Mecánica y pasión: Juan Carlos Barbato, el «doctor» de los clásicos y antiguos

Tiene 75 años y es uno de los mecánicos con más experiencia de la ciudad. Su taller es una escuela tuerca para los que comparten la misma pasión por los fierros.

Un millón de válvulas y pistones resuenan en su cabeza. Arrima su oído a un motor y casi como si fuera un escáner humano,  puede detectar una falla, algo que está fuera de punto. Es que Juan Carlos Barbato tiene 75 años y quizás 70 en la mecánica porque su vida transcurrió y continúa aun entre los fierros que lo apasionan.

En su taller de la calle Córdoba, en Allen, guarda como un tesoro una foto en blanco y negro que lo traslada a su pueblo natal, Quemú Quemú, en La Pampa, donde todo comenzó, en el taller de su papá. En la imagen una banda de fierreros preparan un coche de competición y él, con apenas 5 años, sostiene una biela  y un pistón.

“Yo a los seis años  o siete años ya lavaba piezas, engrasaba otras, en el taller de mi papá. Hoy lo verían como trabajo infantil pero en esa época todo era muy distinto. Nosotros de pibes ayudábamos a la familia, aprendíamos el oficio, curioseábamos. Y la mecánica era otra, se reparaba todo, se fabricaban las piezas porque no había repuestos, llegaban camionetas, maquinas rurales, autos y había que buscar un arreglo como sea. Era taller y a la vez herrería”, recuerda Juan Carlos.

La vida lo trajo a nuestra zona y cuando Juan Carlos se estableció en Allen, en 1980,  tuvo un rol muy importante para el transporte regional: fue jefe de taller de la empresa Ko-Ko durante 10 años.  Repuestos, mantenimiento, combustible, lubricantes, todo pasaba por sus manos y debía atender la flota de los 60 colectivos que por ese entonces recorrían la zona.  Después, se dedicó a la actividad privada en su propio taller.

La mecánica no sólo fue su medio de vida. Lo llenó de satisfacciones pero también de algunos momentos ingratos, cuando las cosas no salían. Cosechó amigos, se capacitó en la General Motors y otras fábricas internacionales  y pudo intercambiar experiencias con los ingenieros de las automotrices.

Juan Carlos Barbato es sin lugar a dudas el “doctor de los clásicos y antiguos”. A su taller concurren aquellos amantes de los fierros viejos que se embarcan en la difícil tarea de la restauración de autos y camionetas. Él es un especialista en la materia, tal vez como pocos en la región. Tuvo una camioneta Chevrolet 57 que restauró a nueva porque cuenta que de chico veía esa máquina y decía hacia su interior que alguna vez tendría una para él. Y con esa camioneta recorrió parte del país y ganó muchos premios en festivales de antiguos y especiales. 

Fanático de Chevrolet hasta la médula, cuando vendió la camioneta por una necesidad económica, pensó que ya no tendría otro auto antiguo. Sin embargo hace poco, la vida le presentó otro proyecto: armar una baquet, evocando a las que iniciaron el deporte motor de velocidad.  Ya casi está lista y es la joya que ahora exhibe en su taller.

EL MECÁNICO, EL AMIGO Y EL MAESTRO

Juan Carlos tiene muy en claro que lo que sabe de mecánica debe compartirlo con los amigos que se acercan al taller, que es algo así como una escuela tuerca para los que – con paciencia – saben aprovechar y valorar su experiencia. “Nada de lo que sé me lo voy a llevar al cajón y acá, al que le interesa, le trasmito lo que aprendí de mecánica. En mis tiempos, cuando yo era chico, tenías que andar pescando los secretos del mecánico, pocos tenían la predisposición de enseñarte. A mi taller vienen muchachos que son buena gente y con los que compartimos la pasión por la mecánica, nos damos una mano unos con otros, como Gabo Schefer y otros amigos más”, relata.

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